1
Calma al caballo. Antes de empezar, necesitas asegurarte de que el caballo esté calmado.
3 Advierte al caballo. Una vez que estés firmemente de pie junto al caballo, pasa tu mano hacia abajo de su pierna y dale una palmada en la parte posterior de su pierna.
4
Levanta su pata. Una vez que esté posicionado, dale tiempo al caballo para que levante la pata. Puedes apretar un poco la pata por encima del espolón, que es la articulación que está encima de los cascos, en caso el caballo no levante la pata automáticamente a la primera orden.[5] Ten paciencia y sé cuidadoso, ya que es posible que tengas que convencerlo si el caballo no responde.
5 Apoya el casco. Una vez que hagas que levante la pata, sostén el casco con una mano. Si intenta retirar la pata o bajarla, toma la punta del casco y levántalo hacia el codo
6 Relaja tu agarre. Una vez que tengas el casco del caballo apoyado en tu mano y el caballo se relaje, puedes liberar la fuerza de tu agarre en la pata. Ya no tienes que jalarla con fuerza una vez que se relaje en esa posición. Tan pronto lo haga, solo necesitarás un esfuerzo mínimo, ya que para sujetar la pata necesitarás muy poca fuerza.
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